martes, 17 de julio de 2012

La mentira no es el camino

Hipocresía, ilegitimidad, incumplimiento de las promesas electorales, falsedad de datos, incoherencia, chulería, impertinencia, mentiras, poca humanidad y un sinfín de adjetivos son los que definen la política que el señor Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, ha ejercido desde que llegó a la Moncloa a finales del pasado año. Bajo la promesa de arreglar la difícil situación económica mediante una fórmula mágica, que a lo largo de su campaña electoral no quiso hacer pública, este señor está hundiendo el país con una serie de reformas incomprensibles que suponen un golpe de estado al concepto de solidaridad social, justicia y bienestar o, dicho de otro modo, eliminan todo equilibrio, ya de por sí frágil, entre la riqueza y la pobreza, destruyendo la igualdad de oportunidades y el derecho a vivir lo más digno posible. Nada nuevo, en el fondo, aunque poco esperábamos que la política reaccionaria del Partido Popular se volviese tan agria y amarga, tan prepotente y anti-democrática, tan inviable y absurda.

Para empezar impulsaron una reforma laboral que, tal cual, pretendía acabar con el paro facilitando el despido y recortando todos los derechos del trabajador. Siguieron con el tira y afloja en la cuestión de Bankia. Negando el rescate a primera instancia para terminar admitiendo que lo iban a pedir, aunque, en sus palabras, solo para los bancos. Aseguraron que ese rescate no afectaría, bajo ningún concepto, los servicios públicos básicos. En definitiva, que los ciudadanos no tendrían que pagar el saneamiento de unas entidades bancarias, cuyos responsables no supieron gestionar, si bien en algunos casos, malversaron su dinero. Al final, terminaron por aprobar un salvaje e inhumano conjunto de medidas «de ahorro» que, aunque ellos no quieran explicarlo, servirán para que el señor Rato y sus secuaces se vayan tranquilos, con los bolsillos llenos, después provocar, en buena medida, la actual crisis que vive el país, pasando su deuda privada al estado. De lo poco que el señor Rajoy prometió en su campaña electoral, a todos nos quedó claro que el IVA no se iba a tocar. Hicieron carteles y campañas contra la subida de impuestos y personajes como Esperanza Aguirre abanderaron la propaganda. Al final lo han subido y de forma alarmante y nada realista, ante la situación que vive el país, puesto que abocará muchos comercios y pequeñas empresas al cierre inmediato. Sin hablar de la brillante idea de quitar a los funcionarios la paga de navidad. Una medida patética que no hará más que perjudicar el consumo en unos días muy importantes para ciertos sectores, como el de los turrones o, principalmente, el de los juguetes.

Parece una broma, pero por si no fuese poco, el señor Rajoy se mofó de los desempleados, un sector lamentablemente en alza en nuestro país, reduciendo el subsidio por desempleo a la mitad después de seis meses, con el estúpido fin de «incentivar la búsqueda activa de empleo». Un chiste malo y repugnante, si tenemos en cuenta que son millones los que se levantan pronto todas las mañanas para ir a buscar un nuevo empleo, puesto que tienen una familia. Poco más hay que decir acerca de los recortes. Un concepto que, con la experiencia vivida en muchos países, se ha demostrado inútil para arreglar ningún problema. Con la crisis todo parece justificable y necesario. El ejecutivo popular detalla, aunque en ocasiones oculta, sus recortes argumentando que es la única solución y el camino a seguir, que todos debemos arrimar el hombro.... palabras sin sentido que solo hacen que poner de manifiesto la insensatez de un grupo de personas que no parece que vivan en el mundo real. Hablan de los ajustes, o de apretarse el cinturón, como si un padre a su hijo le bajara la paga semanal, como si todo se redujera a salir a cenar un día en vez de hacerlo el viernes y el sábado. Palabras huecas que tratan de justificar lo injustificable y que hunden el país en el pesimismo y lo que es peor, unas expectativas de futuro nada buenas. Medidas que empobrecen al que menos tiene, haciéndole pagar los que unos cuantos han destruido, mientras protege a banqueros y políticos corruptos, y no considera una obviedad: aumentar impuestos a quien más tiene no perjudica a nadie y consigue unos ingresos públicos nada despreciables. Ojalá sean coherentes, aunque solo por una vez, y convoquen inmediatamente elecciones anticipadas. Lo que está claro es que este no es el camino.