sábado, 29 de enero de 2011

De las cañitas al afterwork

Salir del trabajo y tomarse una cañitas con los compañeros, con los amigos. Una práctica que se lleva haciendo desde hace años y más años resulta que ahora tiene un nombre en inglés y parece una gran innovación. Si señores, el llamado After Work (Después del trabajo) es el "nuevo" concepto que parece estar de moda. La diferencia? Bueno, claro está que tomarse unas cañitas en el bar de Marisol carece de ese glamour moderno que tanto se predica hoy en día en las grandes urbes por lo que algunos han decidido establecer la tradición como si de un nuevo concepto se tratara.

El bar de Marisol era el sitio ideal para despejarnos. Nos ofrecía esa calidez necesaria para hacer un poco de vida social y olvidarse del estrés y la rutina que el trabajo nos impone. Las conversaciones podían ir desde el fútbol, a las mujeres, al indeseable jefe que putea a sus empleados o, acerca de los planes futuros. Vamos, lo que son los clásicos temas sociales de la calle. En la forma de vestir, uno podía ir como le daba la gana, en pijama si así lo creía oportuno. No faltaban esos puritos que siempre nutren de satisfacción y unen a los compañeros de curro.

El otro día tuve el placer de acudir a uno de los afterworks más modernos de Barcelona y quedé un tanto sorprendido. Un sitio que, tal vez, poco tiene que ver con la naturalidad del bar de Marisol. Con una cuidada decoración de esa a la que ahora llaman "minimalista", (en un lenguaje más elitista lo definiríamos como "aquella corriente estética derivada de la reacción al pop art que reduce al máximo los elementos propios del arte, los volúmenes y formas en escultura"). La música; electrónica minimalista, como es debido. El vestir; elegancia.. ejecutivos y ejecutivas, gente que desprende pocas más inquietudes que no sean el trabajo y el placer prefabricado. Las bebidas; cócteles de categoría, canapés minimalistas y cerveza rubia en unos vasos exclusivos. La espontaneidad? Nula o casi invisible.

Cultura de masas reducida a la sensación de ser alguien con clase. Los conceptos de "club" y "VIP" abundan sin aportar contenido alguno. Está claro que solo falta crear el ambiente idóneo para que la gente se sienta exclusiva, moderna, glamurosa y... por consiguiente, pague más. En el bar de Marisol, la caña con tapa sigue costando menos de 1'50 euros. Lo que es la fachada! Pero no me tachen de tradicional, mi crítica es más bien global. Algunos afterworks tienen ese plus que les distingue como una propuesta realmente innovadora.

miércoles, 19 de enero de 2011

La tormenta roja

Rayos de ilusión, truenos de esperanza y unas dulces gotas de imaginación abstracta. Aquellas nubes rojizas parecían acercarse lentamente y sin prisas hacia nuestros destinos. El murmuro de la gente se notaba en el ambiente. Una sensación de incertidumbre les invadía sin remedio. Y es que hacía años que no se veía un fenómeno como aquel. La mala suerte, el olvido y tal vez la inusual tristeza que el viento acostumbraba a transportar todos los días habían sembrado de semillas negras todo el poblado a lo largo de siglos y siglos. ¿Quien puede olvidar la melancolía de una noche como aquella? Bebiendo bohemia y fábulas envidiables los infelices habitantes de aquel lugar esperaban que llegara la tormenta perfecta. Llegó, aunque tardó más de lo previsto. Gemidos abstractos se mezclaron con la idiosincrasia de la felicidad más absurda. Llovió sin pausa y las flores volvieron a nacer. Un espectáculo que, seguramente, jamás volveré a presenciar. Una tormenta roja de pasión que hizo nacer, al fin, un campo de belleza invisible en el que todos los temores se convirtieron en orgasmos naturales.

lunes, 17 de enero de 2011

Colarse en el metro (exactamente)

Un deporte que se lleva años practicando. Un deporte de riesgo. Una aventura que nunca sabes como terminará. Si, efectivamente, saltar los accesos al metro. Hay muchas maneras de colarse. Por ejemplo, pegarse detrás del primer pardillo que veas que pone su billete para abrir el acceso, acceder mediante las puertas de salida (siempre y cuando no sean mecánicas), o directamente saltar el acceso como si de una prueba de obstáculos se tratara. El caso es que en Barcelona han decidido castigar con dureza a quienes se cuelen el metro. Eso si, lo han hecho con una advertencia que parece más una broma que no un aviso serio. Y es que resulta a quien tenga la osadía de colarse en el metro por la patilla deberá pagar "exactamente entre 50 y 600 euros". Así como lo leen. Una advertencia tan chistosa como aquella que predica que está totalmente prohibido bajar a la zona de vías... algo bastante razonable si tenemos en cuenta que cada tres minutos pasa un tren. Eso si, asuntos tan increíbles no pasan desapercibidos en Facebook, dónde a esa advertencia de no bajar a la vías ya tiene su grupo de fans. La razón de la sinrazón.