miércoles, 19 de diciembre de 2007

El maldito canon

Hace tiempo que existe, en nuestro pequeño y gigantesco mundo, una conspiración para acabar con la libre creatividad y con la grandeza de uno de los mejores inventos que la humanidad ha llegado a crear a lo largo de la historia. La música, ese peculiar psicólogo que siempre está a nuestro lado para ayudarnos a decidir y a pensar, a reflexionar y a creer, a reír y a llorar, y en definitiva, a ser quién somos o dejamos de ser.

Parece que la sociedad de masas empieza a tener miedo, terror a desaparecer o a que los individuos empiecen a pensar por si mismos, gracias a los notables avances tecnológicos existentes hoy en día. La piratería! ese gran enemigo que al contrario de lo que se dice, no perjudica al artista sino que elimina a los intermediarios que hasta hoy se forraban por no hacer nada. Me explico. La música tal y como la entendemos aquellos que la sabemos escuchar, es un arte inmaterial, una preciosidad natural, un milagro que jamás puede ser percibido desde una perspectiva materialista. Si el arte hace los versos, pero solo el corazón es poeta, también la música debe escucharse e interiorizarse.

La sociedad digital ha cambiado nuestra realidad, en todos los aspectos que podamos imaginar, eso es un hecho. Existen desajustes estructurales y también problemas por resolver, pero la posibilidad de interaccionar a través de un ordenador, abre las puertas a otra forma de entender el mundo. Lógico es que si podemos intercambiar canciones, lo haremos. Hace unos años nadie se quejaba por la numerosas copias de casete que circulaban por el mundo, pero parece que ahora existe una crisis, no en el mundo del arte y los artistas, sino en las estructuras jerárquicas que pretendían manipular y convertir todo lo que se pueda interiorizar con los sentidos, en una vulgar y fraudulenta mercancía. Todo se vende, ese es el lema de los que nunca supieron apreciar los sueños y la magia de la música.

En conclusión, el nuevo canon que la SGAE quiere imponer, supone un verdadero atraco a mano armada para quienes necesitamos la música más que el oxigeno. Subir los precios de los soportes digitales solo perjudica a todo una sociedad, no ayuda para nada a quién compone las canciones, e impone unas reglas que favorecen la privatización y el fin de la libertad. Quizás algunos de los impulsores de tal ley deberían replantearse que si el mundo cambia a ritmo galopante, ellos también deberían empezar a diseñar las nuevas reglas. Por la dignidad, no al canon!

No hay comentarios:

Publicar un comentario