lunes, 25 de mayo de 2009

Cuando Messi se convirtió en "Messias"

Aunque amenudo pensamos que es la prensa tradicional, los "mass media" corporativos, los que amedrantan a la sociedad señalando qué es lo que debemos pensar y lo que no, la realidad es que quien de verdad ejerce esta función no es otra que la prensa deportiva., por supuestoo, también está ligada a los mismo grupos empresariales de comunicación. Nos torturan con toda clase de noticias, advertencias, alertas y mensajes a los que el receptor termina dando validez, sin cuestionarse demasiado su veracidad. Sabemos de antemano que la política marea al público, tanta palabrería, tanto teatro de mala calidad y tantas promesas nunca cumplidas provocan que el ciudadano termine perdiendo la fe en los gobiernos. Ante el peligro de una revolución sin ideales, aparece oportunamente la maquinación deportiva o, mejor dicho, la manipulación futbolística.

No soy de los que piensan que "el fútbol es el opio del pueblo", todo lo contrario, creo que este no es otro que un deporte bonito, atractivo y que ayuda, a quienes lo disfrutan, a evadirse de sus problemas ni que sea tan solo las tardes de domingo. El problema es que existen poderes interesados en servirse de la expectación que se levanta  en los estadios para ocultar sus erradas catastróficas en sus responsabilidades como dirigentes. No voy a negar que este mensaje puede sonar, en muchas a ocasiones, al panfletismo barato de los reductos antisistema que, en el fondo, pretenden lo mismo que quienes se encuentran arriba, tener el poder. En medio de una aguda crisis económica, de la que nadie se hace responsable y cuyo final nadie se atreve a predecir, ningún gobernante ha sido capaz de asumir ese liderazgo necesario para aglutinar fuerzas e impulsar un cambio que, por lo menos, consiga estabilizar un poco la sociedad. En el mundo del fútbol, sin embargo, si que aparecen líderes. Aupado por la prensa y venerado por la afición, Lionel Messi, el joven jugador del FC Barcelona se ha erigido en el centro de atención de todo el país. 

Sería un error quitarle méritos a este gran futbolista. Todo aquel que se precie de ser un buen aficionado al deporte del balón reconocerá, sin rechistar, que Messi exhibe magia, transmite ilusión y desprende optimismo. Pero a pesar de ser así, no podemos olvidar que la función del jugador argentino y en consecuencia, del Barça, no es otra que la de ganar partidos y generar afición, puesto que de esta forma se gana dinero. Divinizar a un brillante jugador de fútbol no es nada nuevo. Maradona es el paradigma del hombre que gracias al futbol fue elevado a los más altos altares celestiales. Existe incluso una iglesia maradoniana que venera a su ídolo como si de un dios se tratara. Ahora en facebook ya se ha fundado la Religión Messiana de Lionel Messi, más en clave de humor que la maradoniana pero que sin duda retrata una realidad: el furor y el fanatismo, en ocasiones exagerado, que el fútbol puede generar. 

No es criticable esta admiración por el genio del balón, aunque bien es cierto que todos deberíamos ir esperando a que surgiera un mago que en vez de manejar divinamente el balón, sepa administrar el dinero y la administración para ganar una batalla mucho más importante que la que disputarán Barça y Manchester este miércoles, la de la lucha contra la pobreza, la exclusión social, la desigualdad, el paro y en global, la destructiva recesión económica mundial. Quizás Karl Marx no erró tanto cuando afirmo que "la religión es el opio del pueblo". Y es que cuando algo pasa a ser religioso, los ideales y los objetivos iniciales desaparecen sin hacer ruido. El fanatismo conlleva un progresiva pérdida de los valores sociales y tapa los ojos a sus fieles seguidores. Viva Messi!

No hay comentarios:

Publicar un comentario