miércoles, 23 de septiembre de 2009

Gordos (o lo que se esconde en una barriga)

No hace muchos meses que una compañía irlandesa de vuelos de bajo coste estuvo dando vueltas a la posibilidad de establecer una "tasa para gordos". La idea consistía en aplicar una tarifa especial para aquellas personas con un nivel de masa corporal superior a los cánones que la sociedad establece como validos. La polémica desatada y otras circunstancias que se desconocen hicieron que los responsables de la compañía abandonaran la idea. La obesidad es, probablemente, uno de los mayores problemas de las sociedades occidentales. No solo por los evidentes problemas de salud que alguien con exceso de peso puede padecer, sino también por los estigmas, la discriminación y los traumas que se pueden generar en el individuo con exceso de peso.

El realizador Daniel Sánchez Arevalo, con su película Gordos, nos muestra sin pudor la fragilidad del ser humano, incluyendo todos aquellos mecanismos que cada uno desarrolla con tal de compadecerse a si mismo y justificarse delante del resto. Sin caer en fáciles moralismos ni tópicos absurdos, la película se sirve del problema de la obesidad para introducirse en los miedos, las inseguridades y la retorcida falsedad que siempre queremos aparentar. Desde la sexualidad hasta las relaciones de pareja, pasando por la soledad, la familia, los lazos de conveniencia, los bloqueos o el miedo a ser uno mismo. Cinco historias enlazadas entre ellas por un grupo de terapia. Personajes muy bien trabajados que nos demuestran que incluso aquel individuo que aparenta ser el más cuerdo, puede encontrarse sumergido en su particular fracaso.

A destacar el buen trabajo de Antonio de la Torre, quien tuvo que engordar 33 kilos con tal de meterse en el papel de Enrique, la cara televisiva de una conocida marca de pastillas para adelgazar que en realidad sufre su propia pesadilla. Un hombre que ofrece un falso rostro ante las cámaras de la televenta, puesto que en realidad necesita comer para intentar paliar una ansiedad que le acecha sin cesar. A pesar de que algunas críticos sostienen que Sanchez Arévalo ha intentado comprimir en una sola película demasiadas historias, la realidad es que podemos sacar una intepretación única y elemental: la debilidad, la incertidumbre, la falta de autoestima y el ritmo galopante de una sociedad que cada vez es menos humana, nos conduce irremediablemente a elegir caminos incorrectos, descuidando nuestra salud y olvidando los verdaderos motivos que siempre nos han hecho sentir vivos. Aunque esta sea una lección que no todos los espectadores habrán observado.

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