sábado, 19 de febrero de 2011

Mis malditos sueños

Discurren los días sin que nada se mueva. El cartero sigue repartiendo aquellos sobres cargados de una invisible e inocua frustración. El lector prefiere las imágenes más atroces y simples, antes que prestar atención a las mil palabras que en tiempos pasados alguien tuvo la honradez de escribir. Si es que en algún lejano punto de la historia el equilibrio trajo la paz al mundo, ahora tan solo hay palabras que, al igual que pequeñas e insignificantes gotas de lluvia, intentan juntarse para despertar a golpe de realidad extrema, aquellos ingenuos soñadores que siguen perdidos en sus propios delirios de utopía. Enaltecemos las dudas del saber situándolas en contextos de lujuria campestre. No hay yoga, ni ejercicio de relajación, ni tan siquiera noche de sexo silenciosamente salvaje que sirva. Los orgasmos fraccionados que recorren los horizontes de aquel bello paisaje, no consiguen alejarme del bochornoso dibujo abstracto que me persigue cada noche, en mis malditos sueños.

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