lunes, 20 de julio de 2009

El hombre más viejo

Publicaban esta semana los medios digitales que el hombre más viejo del mundo ha muerto. El británico Henry Allingham falleció a los 113 años, recién cumplidos hace pocos meses, y habiendo vivido tanto como para conocer a sus nietos, bisnietos, tataranietos y hasta un chozno (palabra que sirve para definir el cuarto nieto). Dudo mucho que la muerte de Henry haya sorprendido a nadie. Cuando uno tiene semejante edad es normal que tarde o temprano descanse en paz. Sin embargo, el hombre más viejo del mundo es una figura que nunca muere. Siempre existirá alguien que viva tantos años como para ser considerado "el más grande" del planeta. El hombre más grande del mundo es inmortal y siempre aparece en los medios de comunicación. La cultura humana moderna considera la vejez como un privilegio, y es posible que lo sea. Quien vive más de cien años puede presumir de haber recorrido muchos senderos. Puede hablar de miles de anécdotas. Puede dar cuenta a sus nietos, bisnietos y tataranietos de todas las aventuras y experiencias de las que ha sido testimonio. Es más, Henry Allinghan hizo un flaco favor a las autoridades sanitarias cuando afirmó, sin rechistar, que había llegado a tal edad gracias al tabaco y el whisky (y las mujeres).

Resulta gracioso comprobar como la humanidad sigue tan preocupada por alargar la vida. Científicos de todo el mundo trabajan sin descanso para aumentar la longevidad del ser humano, aunque quizás sería más lógico que nos empeñáramos en evitar las muertes antes de tiempo. Sin ir más allá, un grupo de expertos halló recientemente en la mágica isla de Pascua, ese paraíso que parece ser la isla dónde habitan los personajes de la exitosa serie Lost, una molécula que al parecer consigue alargar con creces la vida de los ratones. El hombre ha conseguido en muchas ocasiones cambiar aquellas leyes que la naturaleza había dispuesto. Sin embargo, en lo que se refiere a la vida, debemos recordar que la especie humana ya ha ido aumentado, de forma natural, su esperanza de vida. Ya sea por la alimentación, los avances científicos u otros aspectos, el ser humano ha conseguido lo que hace unos siglos era, probablemente, impensable. Llegar a los 100 años de vida debería ser un motivo de satisfacción. Las cosas podrían ser como nos cuentan en el fabuloso cortometraje La ruta natural, pero no son así.

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