Vamos por partes. El denominado sistema p2p, (herramienta en la que se basan los programas como Emule, Lphant o Ares entre tantos otros) ha favorecido desde hace tiempo que los individuos podamos acceder fácilmente a cualquier contenido, mediante el uso compartido. Es cierto, desde entonces hay películas que pueden verse antes mediante la red que no en los cines, una cantidad incontable de discos de música, canciones, libros y programas de todo tipo a los que uno puede acceder fácilmente sin pagar nada. Los señores de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) intentan, desde hace ya muchos años, manipular a los gobiernos y a la opinión pública, aduciendo que el intercambio de archivos supone en la mayoría de los casos un delito contra la propiedad intelectual. Es decir, se supone que los usuarios son criminales que se dedican a robar la cultura sin ningún tipo de mala conciencia. Sin embargo, la verdadera preocupación de los magnates de la industria musical es la red de intermediarios y secuaces buitres que se llenan los bolsillos sin participar directamente de lo que realmente importa, la música. A todos ellos les afecta que la cultura se democratice y difunda. A la hora de la verdad, la mayoría de artistas no ganan demasiado dinero con la venta de discos, y aunque pocos puedan vivir de su trabajo, consiguen beneficios con los conciertos y las promociones que ellos mismos realizan.
Por supuesto que entendemos el mundo de la música como un negocio dentro del mercado, pero aunque el arte se pueda vender y producir en grandes cantidades, nunca hay que poner límites a su difusión. Buscar un sano equilibrio sería lo ideal, eliminar a los fantasmas que se aprovechan y abusan del consumidor es una obligación que los gobiernos deberían plantearse. Entender que hay un nuevo escenario lleno de nuevas oportunidades pero que hay que adaptarse y cambiar las fórmulas tradicionales, es lo que los señores de la SGAE, gobiernos y demás instituciones deberían empezar a entender.