A los necios nunca nos importó saber que existe un muro infranqueable entre el mundo de los sueños y el mal denominado mundo real. El primero es un sitio mágico dónde todo es posible, dónde la imaginación y la ilusión conforman un paisaje perfecto, dónde disfrutar como un niño no tiene caducidad. El segundo de esos mundos viene separado por un inmenso y grueso muro, es un lugar lleno de mentiras, sin idealismos, negativo y corrupto. Un lugar en el que la ingenuidad conduce a sus habitantes a una falsa comodidad rutinaria.
Solo mediante la imaginación podemos cruzar esta frontera que nos separa de aquellos mundos que realmente merecen la pena. A veces aquellas cosas más absurdas y aparentemente irracionales, se convierten en el mejor camino para descifrar la esencia del placer ilimitado. Alegría desbordada.
Solo mediante la imaginación podemos cruzar esta frontera que nos separa de aquellos mundos que realmente merecen la pena. A veces aquellas cosas más absurdas y aparentemente irracionales, se convierten en el mejor camino para descifrar la esencia del placer ilimitado. Alegría desbordada.
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