lunes, 27 de julio de 2009

Jason Mraz y su sombrero

De buenas costumbres e impecables modales, aunque con esa picardía que tan buen resultado da en el escenario. Ataviado con su característico sombrero, Jason Mraz saltó al escenario del Poble Espanyol de Barcelona ante un público ya entregado a la música de este norteamericano con raíces checas, que aunque algunos ya le hayan etiquetado como artista revelación, lleva a sus espaldas una larga trayectoria llena de éxitos y reconocimientos. Era la segunda vez en pocos meses que Mraz venía a Barcelona, el pasado marzo la Sala Razzmataz tuvo que colgar el cartel de "no hay entradas" semanas antes del concierto. Las condiciones para esta segunda visita del músico eran sin duda idóneas. Verano, escenario al aire libre y una previsible perfecta comunión entre su música y el público asistente. La primera en subir al escenario fue la mejicana Ximena Sariñana , quien tuvo la difícil misión de hacer de maestra de ceremonias antes de la actuación de Mraz. Sus melodías lentas y pesadas, un estilo que intentaba acercarse a su paisana Julieta Venegas, aunque sin lograrlo en ningún momento, hicieron que el público se empezara a impacientar. No es costumbre mía la de criticar a los teloneros, pero en esta ocasión si puedo afirmar que Sariñana carece de esa chispa básica para llegar realmente lejos. Quizás es buena música, demostró desenvolverse con bastante solvencia en el teclado, pero su pecado es querer imitar y no impregnar sus canciones con algo más que melodías que, sin caer en ningún tópico, parecían fabricadas todas con el mismo patrón. A pesar de esto, cabe decir Sariñana, con una larga trayectoria como actriz en telenovelas latinas, puso ganas y pudo arrancar algún que otro aplauso, aunque solo gracias a su tímida simpatía.


Puntualmente a las diez de la noche, subió al escenario Jason Mraz. Debo reconocer que antes de acudir a este concierto, apenas me había fijado en su música. A pesar de saber de su existencia, nunca puse los cinco sentidos a la hora de escuchar como es debido su repertorio. Empezó el concierto a ritmo de película, bailando con un estilo impecable y abriendo el apetito a un público enloquecido que no dejó de cantar y aplaudir al músico. Era previsible que habría entre el público una nutrida representación de adolescentes chillonas que, como es de costumbre a esa edad, apenas saben apreciar la calidad de la música de su ídolo. Sin embargo, gran parte del público estaba integrado por gente que sabía perfectamente lo que iba a ver, cosa que sin duda se notó a lo largo de la hora y media en que Mraz estuvo tocando. Sin desprenderse del sombrero en ningún momento, solo se le cayó en medio de uno de esos bailes efervescentes con los que nos deleitó, el norteamericano puso rumbo directo a un recital lleno de eclecticismo rítmico y gran calidad. Mención imprescindible debo hacer a la banda que le acompaña en su gira. El enorme, en todos los sentidos, Toca Rivera, puso magia y simpatía en la percusión, la sección de viento estuvo magistral y sorprendió al público desapareciendo en medio del concierto, para tocar de repente metidos en un balcón. Un guiño de magia que enloqueció a todos los presentes.


La noche fue animándose conforme Mraz seguía cantando y mostrando unas indiscutibles artes como artista polivalente. Además de ser un músico con muchos años sobre los escenarios, demostró tener una gran clase como actor de gesto, y es que no en vano estudió teatro musical en la American Musical and Dramatic Academy de Nueva York. El apoteosis llegó con la interpretación de temas como el hit I'm yours, o Life is wonderful y Butterfly. Mal resultado dio la interpretación, a dúo con Ximena Sariñana, de Lucky en versión española. Hay canciones que precisan ser cantadas siempre tal y como fueron escritas en su momento puesto que al cambiar el idioma, pierden su esencia. Sin embargo solo fue un pequeño desajuste en una calurosa noche de verano en la que Jason Mraz demostró que las etiquetas comerciales y las campañas de marketing le sobran. Las versiones de All night long de Lionel Richie, primero, y de Three little Birds de Bob Marley, segundo, con el "Every little thing is gonna be alright" entonado al unísono por el público y el cantante, pusieron la guinda a una actuación, con el permiso de Jason, "para quitarse el sombrero".

2 comentarios:

  1. Di que sí, este Jason Mraz estaba demasiado escondido... ya tardaba en darse a conocer. Todavía le queda mucho que dar, estoy segura de que es una de las futuras promesas que seguirán dando historia y cultura al mundo musical. El concierto fue una pasada y nosotros unos privilegiados!!!!

    ResponderEliminar
  2. Increíble concierto!!!
    Aunque prefiero que no se dé tanto a conocer... estoy un poco harta de escucharlo en los 40 principales cuando hasta hace 3 meses solamente sonaba en mi coche o en mi mp3. La comercialidad de los músicos, para mi gusto, los destruye como artistas.
    Love u Jason!!

    ResponderEliminar