miércoles, 18 de noviembre de 2009

El gran secreto de Telecinco

No es ninguna sorpresa que Telecinco esté habitualmente entre los canales con más audiencia de la televisión en España. Dicen que si mil millones de moscas comen mierda por algo será. Podemos pensar que la sociedad es simplemente estúpida, o bien analizar el complejo sistema con el que la televisión consigue manejar a las masas a su antojo. Telecinco es una fábrica de contenidos que se nutren del morbo, la violencia y el sexo más superficial y banal. No es de extrañar, el dueño de esta cadena es el gran caballero don Silvio Berlusconi, cuya afición a los placeres carnales y las fiestas salvajes, junto a esa facilidad que posee a la hora de suscitar polémica cada vez que abre la boca o toma una decisión como primer ministro, le convierten en el jefe ideal para Telecinco.

Líder de audiencias en la televisión analógica y digital, Telecinco también ha conseguido alzarse como una de las cadenas televisivas con mayor éxito en la red. El portal Telecinco.es acumula un buen número de visitas y es un complemento perfecto para el nuevo concepto de la televisión actual, en el que la red es un canal más para difundir contenidos a la vez que aumenta la interactividad con el público. La cuestión es que hoy descubrí porqué el portal web de Telecinco tiene tanto éxito. Véase en la imagen como incluyen, así como quien no quiere la cosa, la palabra "sexo" aparece en la barra de contenidos inicial. Si, al lado de otros apartados como son blogs, informativos, series o servicios. El mote que define "del sexo o la sexualidad o referente a ellos" es, sin ninguna duda, la palabra mágica en Internet. Más de 600 millones de entradas salen cuando ponemos la palabra "sex" en el buscador, y cerca de 92 millones cuando ponemos la palabra en español. La cuestión es si realmente es necesario que en el menú del portal web de una cadena de televisión se incluya este término como si nada. Quizás si este blog se llamara opiniones sexuales o sexo deambulante, las visitas aumentarían por mil y un servidor podría vivir de la publicidad. Quizás me lo piense, aunque siendo razonables, banalizar uno de los tesoros más singulares de la humanidad es más bien estúpido. Aunque quizás ya sea demasiado tarde.

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