miércoles, 9 de diciembre de 2009

La gran farsa de Copenhague (1)

Las navidades ya están aquí. Millones de personas en todo el mundo se preparan para gastar el dinero que no tienen, consumir los productos que no necesitan y sonreír al vecino, aunque su reiterada estupidez ponga de los nervios al mismísimo papa noel. Si señores, ya no queda mucho para que lleguen esos magníficos días. Y bien, oportunamente, los líderes mundiales han decidido celebrar la famosa cumbre de Copenhague. La capital danesa ha sido el escenario en poco tiempo de dos grandes citas de distinta importancia. Si en octubre se decidió que Rio de Janeiro albergaría las olimpiadas de 2012, provocando una enorme decepción en el si de la glamurosa delegación española y su corazonada, desplazada para apoyar la candidatura de Madrid, ahora toca hablar del temido cambio climático. Como es habitual en las altas esferas políticas mundiales, no faltarán los lujosos coches oficiales, los hoteles de cinco estrellas, las cenas de cinco tenedores y algún que otro espectáculos circense para entretener a los asistentes y acompañantes.

No tengo la menor duda de que los representantes de cada país harán buenos discursos en los que se jactarán de haber hecho lo mejor para el planeta. Es muy probable que se lleguen a bonitos acuerdos para reducir las emisiones de CO2 (los llamados Gases de Efecto Invernadero). Buenos propósitos como los que nos hacemos el resto de mortales en la noche de fin de año. Que si dejar de fumar, que si hacer ejercicio cada día, que si ser más responsable, que si mejorar como persona... la lista tiende a ser cada año más larga, puesto que acumulamos aquellos deseos que no cumplimos en el año anterior. Los "líderes" mundiales hacen algo semejante, aunque con más delito. Y es que casi todos saben perfectamente que no van cumplir prácticamente nada de lo acordado en la cumbre. En conclusión, la puesta en escena no es otra cosa que un paripé para salir en los medios de comunicación y, al mismo tiempo, calmar los ánimos de la comunidad científica mundial, las organizaciones no gubernamentales y los activistas ecologistas.
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