lunes, 3 de noviembre de 2008

El fin de la tragicomedia de Bush

Escribió William Shakespeare en su magnífica tragedia Hamlet: "Something is rotten in the state of Denmark (Algo está podrido en el estado de Dinamarca)". El alabado dramaturgo escribió esta frase, muy obvia a simple vista, refiriéndose no solo a la política, sino también a la situación temporal en la que se encuentra cada cosa. Cuando algo está podrido, es imposible invertir su proceso y salvarlo, por lo que tomaremos esta calificación como una metáfora para referirnos a la gran nación norteamericana.

Los Estados Unidos, el país de la libertad y la igualdad, la joven nación que domina económicamente y culturalmente a todo el planeta, el paradigma de la patria poderosa se encuentra en una situación histórica que algunos van a definir como putrefacta y otros como esperanzadora. La era de George W. Bush ha terminado, aunque lamentablemente se irá de la Casa Blanca después de agotar sus dos mandatos y sin que nadie le haya podido echar antes. Ni Al Gore, ni John Kerry, ni Michael Moore con sus documentales, ni Sean Penn, ni el activismo de Bruce Springsteen, James Taylor, Pearl Jam, Dixie Chicks, Jackson Browne, REM o Ben Harper entre otros, con su plataforma Vota por el Cambio, ni los dos discos Rock Against Bush, sacados por la coalición de bandas de punk-rock lideradas por NOFX y Green Day, ni las mentiras ocultas que la administración republicana utilizó para invadir Iraq. Nadie consiguió terminar con la tormenta que ha traído consecuencias catastróficas para el país, y por defecto, para todo el mundo.

La crisis económica hace estragos en la sociedad, el anunciado cambio climático va dejando de ser algo lejano al que todos tememos para convertirse en una realidad que afecta nuestras vidas y, en conclusión, el capitalismo y el liberalismo como sistemas eficaces y equilibrados quedan en entredicho porque nunca puede ser bueno que el dinero vaya por delante de las personas. Algunos os preguntaréis si todo esto tiene tanto que ver con Bush y su mandato, y la verdad es que aparentemente se nos inculca que todos somos culpables de los males del mundo, que todos deberíamos reciclar para fomentar un equilibrio ecológico, que con nuestro consumo potenciamos este sistema y que gracias al capitalismo tenemos todo lo que tenemos. No es momento para debatir sobre si el capitalismo es o no el sistema ideal, pero lo que está claro es que quien "corta el bacalao" y controla el mundo es Estados Unidos, su sistema político, sus empresas y sus ansias por querer más y más. La "americanización" es un hecho.

El hambre de construir una nueva realidad ha hecho reaccionar a la sociedad, y es que hemos asistido a un período que ha desestabilizado por completo el mundo. Tanta expectación hay entorno a las elecciones, que incluso la famosa cadena de cafeterías Starbucks ha prometido invitar a un café a todos aquellos que voten, a quien sea, pero que voten. Obama ha lanzado, en su último discurso electoral, un mensaje de optimismo diciendo que "estamos a un día de cambiar América". Puede que por fin el anhelado sueño americano cambie sus directrices para dirigirse hacia una realidad sostenible, aunque por supuesto, nunca será perfecta.

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