Los Estados Unidos, el país de la libertad y la igualdad, la joven nación que domina económicamente y culturalmente a todo el planeta, el paradigma de la patria poderosa se encuentra en una situación histórica que algunos van a definir como putrefacta y otros como esperanzadora. La era de George W. Bush ha terminado, aunque lamentablemente se irá de la Casa Blanca después de agotar sus dos mandatos y sin que nadie le haya podido echar antes. Ni Al Gore, ni John Kerry, ni Michael Moore con sus documentales, ni Sean Penn, ni el activismo de Bruce Springsteen, James Taylor, Pearl Jam, Dixie Chicks, Jackson Browne, REM o Ben Harper entre otros, con su plataforma Vota por el Cambio, ni los dos discos Rock Against Bush, sacados por la coalición de bandas de punk-rock lideradas por NOFX y Green Day, ni las mentiras ocultas que la administración republicana utilizó para invadir Iraq. Nadie consiguió terminar con la tormenta que ha traído consecuencias catastróficas para el país, y por defecto, para todo el mundo.

El hambre de construir una nueva realidad ha hecho reaccionar a la sociedad, y es que hemos asistido a un período que ha desestabilizado por completo el mundo. Tanta expectación hay entorno a las elecciones, que incluso la famosa cadena de cafeterías Starbucks ha prometido invitar a un café a todos aquellos que voten, a quien sea, pero que voten. Obama ha lanzado, en su último discurso electoral, un mensaje de optimismo diciendo que "estamos a un día de cambiar América". Puede que por fin el anhelado sueño americano cambie sus directrices para dirigirse hacia una realidad sostenible, aunque por supuesto, nunca será perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario