viernes, 14 de noviembre de 2008

Elecciones en San Marino

Con la resaca que nos han dejado con el largo y entretenido proceso electoral en Estados Unidos, seguro que todo el mundo ha pasado por alto las recientes elecciones celebradas en San Marino, el tercer estado más pequeño de Europa y el quinto del planeta, siendo también la república institucional más antigua del mundo. Esta minúscula república, con una superficie de 61 Km2 y poco más de 30.000 habitantes, mantiene una estrecha relación con la Italia que la alberga. El pasado 9 de noviembre, se celebraron los comicios para elegir los sesenta diputados que ocuparan el Gran Consejo de San Marino para la nueva legislatura. Y es que, además de del idioma y un sinfín de costumbres y sistemas propios de sus vecinos italianos, San Marino comparte también la inestable y peculiar política transalpina. Debido a las disputas y traiciones entre partidos, los habitantes del estado han tenido que acudir a las urnas anticipadamente, ya que las últimas elecciones se celebraron hace apenas dos años. La opción de centro-derecha se ha erigido ganadora, aunque las garantías de estabilidad son pocas.















Seguramente, tampoco sea muy relevante para el mundo global el saber como se llama el nuevo secretario de Estado para Asuntos Exteriores, cargo más alto de la administración política del enclavamiento, ni qué planes tiene en mente el partido ganador de los comicios (Pacto para San Marino PpSM). Los sanmarineses seguirán como hasta ahora, con la mayor parte de sus ingresos procedentes del turismo y dependiendo, en gran medida, de lo que en Italia se decida. Observamos distancias inalcanzables al comparar la importancia de los comicios en Estados Unidos y la victoria de Barack Obama, con la escasa atención que nadie ha prestado a las elecciones de la diminuta república situada al pie del Monte Titano.

Un nombre mediático en lo deportivo

El nombre de esta minúscula república que, aún siendo independiente mantiene lazos muy estrechos con la Italia que la alberga en su territorio, les sonará a muchos gracias a sus campeonatos de Formula 1 y de motos. Hay que especificar pero, que ninguno de los dos premios que llevan el nombre del país se realiza dentro de las mismas fronteras, sino en las cercanas inmediaciones italianas de Imola y Misano respectivamente.

San Marino también resta guardada en la memoria de muchos aficionados al fútbol por esas goleadas que cualquier selección es capaz de endosarle a su débil selección nacional. Un combinado integrado por el panadero, el herrero, el policía, el pintor y otros tantos hombres aficionados al fútbol, pero que tienen el privilegio de poder defender los colores de su país. En su historial figura tan solo una victoria, ante la no menos prestigiosa selección de Liechtenstein. Aunque eso si, el equipo de San Marino posee el récord del gol más rápido de la historia de una Copa del Mundo, anotado en un partido contra Inglaterra correspondiente a la fase de clasificación para los Mundiales de Estados Unidos de 1994. Un tal Davide Gualtieri marcó gol en tan sólo 8 segundos de juego, aunque el equipo acabó perdiendo por un contundente 1-7.

Un lugar desconocido y ambiguo fundado, según se cuenta en la tradición popular, en el año 301 por un cristiano que huía de las persecuciones promulgadas por el imperio romano. Un país que pasa desapercibido para el resto del mundo. Un lugar recogido que ha conseguido resistir a miles de agresiones. Un estado que, aún siendo semi independiente, no tiene idioma propio y carece de hostilidades nacionalistas. Un sitio pequeño que contrasta con la magnitud feroz que predomina en el mundo actual. Solo hace falta echar una mirada a su principal medio de comunicación escrito en versión digital, El San Marino Notizie, para darse cuenta del abismo que existe entre el mundo contemporáneo que avanza a una velocidad vertiginosa, y este pequeño estado que parece, en ciertos aspectos, anclado en tiempos remotos. Un paraje curioso y desconocido, lleno de pequeños detalles que nos hacen intuir una realidad con la que casi nunca pensamos.

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