martes, 28 de abril de 2009

¡Cuidado! Los cerdos vuelan!

Como si de una de esas previsibles películas catastróficas se tratara, la peste porcina ha suscitado toda clase de miedo en la opinión pública. Bien, en realidad son las autoridades y los medios de comunicación de masas los que están alertando sin pausa de la peligrosa propagación de la peste porcina mejicana. Bien es cierto que podría estar yo equivocado, pero me temo que nos encontramos de nuevo en la clásica exageración que inequívocamente, enriquece a unos cuantos. Michael Moore retrató magníficamente, en el documental Bowling for Columbine, esas ansias por aterrorizar a la población norteamericana con inminentes amenazas, más fantasmas que reales, como el efecto 2000, la invasión de las abejas asesinas o los peligrosos asesinos de raza negra. Una interminable lista de peligros que acechaban a la sociedad del bienestar inyectando así la consecuente inversión en seguridad. Años atrás fue la gripe asiática y bueno!, parecía que solo con sentarse al lado de un individuo con los ojos achinados, uno ya quedaba sentenciado a morir de tan peligrosa enfermedad. Otra amenaza fueron las vacas locas. Uno ya empezaba a creer que jamás podría volver a comer el delicioso entrecot al roquefort. Más alucinaciones de la opinión pública que al cabo de un tiempo relativo, por arte de magia, dejaron de existir.

No pongo en duda que la peste porcina habrá causado muertes. No niego que pueda suponer un peligro en México. Es de suponer que toda enfermedad debe ser tratada y, ante el peligro de contagio masivo, los gobiernos deben y tienen que tomar medidas drásticas. Quizás me equivoco al quitarle hierro al asunto, pero tantas falsas alarmas me dan a pensar que estamos de nuevo ante una de esas pandemias de exageración que no están causadas por ninguna bacteria, sino que vienen instigadas por algunos medios de comunicación, gobiernos y sectores económicos a los que les conviene que la gente tenga miedo. Según los datos que la organización Médicos Sin Fronteras facilita, la malaria termina cada año con la vida de entre uno y dos millones de personas, e infecta a entre 300 y 500 millones más en más de cien países. La malaria amenaza así a un 40% de la población del planeta aunque curiosamente muy pocas veces aparece en las portadas de los periódicos o en las noticias de la televisión. Claro! como son los pobres negritos los que mueren, apenas debemos prestarle atención. Eso si, en los países africanos no necesitan cerrar colegios ni universidades, puesto que tampoco existen. De mientras sigamos comprando mascarillas y toda clase de antibióticos de última generación, no vaya a ser que los cerdos mejicanos empiezan a volar y se dediquen a invadir todo el planeta.

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