El otro día, merodeando de madrugada por la sobrevalorada Televisión Digital Terrestre (TDT), me encontré con el canal Intereconomía, del cual ya sabía de antemano que era de ideas reaccionarias y más bien conservadoras. Hacían un debate aparentemente apasionante aunque, eso si, me sonó un poco repetitivo. Zapatero es un demonio, Zapatero está destruyendo el país, Zapatero es comunista, Zapatero es talibán... en fin, no hace falta seguir. Con lo aburrido que parecía el debate, me decidí por intentar leer los mensajes que la audiencia mandaba. Ardua tarea la mía, pues la falta de coherencia y las aberraciones ortográficas me lo ponían francamente difícil. Ingenuamente, esperaba un poco de diversidad en los comentarios pero todo lo contrario. Eran más terribles las opiniones de los espectadores que no las bochornosas intervenciones de los tertulianos. Si no fuese porque ya nací en esta frágil democracia, pensaría que vuelven los tiempos de la dictadura fascistoide. Pronto perdí la paciencia y decidi pasar a Disney Channel. Si bien la serie que emitían era un pintoresco cuadro de la america más falsa y elitista, por lo menos consiguió despertar en mi un sueño profundo que me hizo apagar el televisor.
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