jueves, 19 de marzo de 2009

Un bocado libre y transgresor

Hay momentos en la vida, en los que uno se siente capaz de cambiar el mundo, con fuerzas para inundar el mundo de bocados de libertad, con energía para parar todos los trenes de la amargura, con ansias de salir de las cuevas y deleitarse con una realidad nunca soñada ni probada. La existencia de paradigmas y episodios en la historia de la lucha por la libertad, te hacen creer que todo es posible, que nada es imposible, que puedes cambiar tu vida libremente, crear nuevas escuelas, deambular por un campo lleno de mariposas y flores amarillas...

Nunca nada fue tan efímero, como lo fueron esas ideas, esos pensamientos, esas ansias de querer transgredir las fronteras invisibles, esas barreras que nos impiden pensar de otra forma. Quizás esa fue la razón por la que decidí dejar de buscar esa libertad para intentar subir la montaña, y adquirir la perspectiva adecuada, esa vista que te puede dar la energía suficiente para ser uno mismo, para dejar de querer emular a viejos héroes que fracasaron en su aventura.

No se trata de caer en el conformismo, no es cuestión de renunciar a nada, no significa eso que debamos olvidarnos de nuestras aspiraciones, sino al contrario, palpar la realidad nos hará crecer y conseguir con creces, todo aquello que nunca soñamos, todo aquello que podamos reinventar. Paralelamente, cuando descubramos qué pretendemos, podremos enderezar el camino para llegar a ser nosotros mismos. Sin colorantes, sin conservantes, solo aquello que somos. Entonces, puede que seamos libres.

Es fascinante perderse entre un bosque de palabras y frases incoherentes, y llenas de absurdos mensajes.

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